martes, 18 de octubre de 2011

San Francisco y el Sultán

San Francisco y el sultán

El siguiente diálogo podría ser parte de una reflexión basada en la historia del encuentro de Francisco con el Sultán Malek-el Kamil en Diametta en el 1219. (Cf 1C 20:57, 2C 30, LM 9:5-9, LM 11:3).Otras fuentes incluyen los capítulos 16 y el capítulo 22.1-4 de la Regla no bulada. Esta última a veces está indicada como el Testamento de Francisco del 1219, escrito antes de su partida para el oriente. Este contiene la visión del amor incondicional de Francisco hacia todos- también hacia aquellos tenidos como “el enemigo”.


Sultán: -  Estoy sorprendido que tu haz logrado superar las líneas del frente para llegar hasta aquí, hombre santo.
Francisco:  - También yo estoy sorprendido de verlo, Señor Sultán, pensé que estaba listo a sufrir la suerte de los mártires.
 Sultán.: - Te aseguro que no era improbable.
Francisco: - ¡Y el martirio llega a un gran costo!
Sultán: - Por desgracia, ambos tenemos una larga tradición de mártires. He aprendido que el martirio nunca es una virtud en sí mismo.
Francesco:-  De hecho. Mis hermanos han estado buscando de convencer a ustedes y a vuestro pueblo por más de cinco años de ceder a la fe de Jesucristo. En Marruecos, hace más de 3 años algunos han pagado el precio.
Sultán:-  De aquello que he escuchado, eran terriblemente insistentes en la conversión de los marroquíes. Provocaron la sensibilidad de las personas que, al final han obtenido el martirio que buscaban. 
Francisco: - Es precisamente este punto. Los mártires raramente tienen el placer de tener una larga conversación con sus adversarios. Si hablaron entre si y aprendieron a respetarse mutuamente, el martirio sería tan arcaico como la construcción de las pirámides. 
Sultán: - Por lo tanto, ¿has venido a dialogar?
Francisco: - No veo otro modo de llegar a un entendimiento ¿ y tú?
Sultán: - Pero  aparte de intentar convertirnos el uno al otro a la verdadera fe, ¿qué cosa tenemos que decirnos?
Francesco:-  La  historia de su sabiduría le precede.  Estudió entre nosotros, es amigo de nuestro emperador, tiene sed de conocimiento y de verdad. Sé que tiene mucho que enseñarme
Sultán: - ¿Entonces no has venido a enseñar, sino a aprender?
Francesco: ¿Hay mejor  profesor  que aquel  que está dispuesto a aprender?
Sultán:-¡ Para ser un pequeño hombre, me parece que tienes cierta experiencia en el tema de la sabiduría!.
Francesco:-  No estoy seguro. Al venir aquí tenía miles de preguntas: ¿por qué los soldados han sido tan amables conmigo, por qué me han permitido atravesar todas las barreras, por qué todos se han detenido a orar a lo largo de nuestro trayecto, por qué tienen de los granos como una collar en sus manos, por qué se han inclinado delante de mí con reverencia, su fe me parece tan genuina…..?.
Sultán:
 - Si, si entendí, tienes un montón  de preguntas.
Francesco:
- Es esto lo que me ha traído hasta aquí, una persona sin preguntas es una persona que no tiene ojos para ver.
Sultán:- Por el contrario siempre he pensado, que ustedes los cristianos  piensan de tener todas las respuestas, aunque por supuesto, sé que es difícil mantener a raya el fanatismo hipócrita
Francesco:-  Yo diré que vuestra respuesta muestra signos de humildad, una virtud muy querida para mí. ¿Para qué construir respuestas simples a preguntas complicadas?
 Sultán: - Estamos luchando por lo tanto por defender nuestras tierras santas de la profanación.
 El problema es que ustedes creen que somos nosotros los que profanamos, si bien estamos aterrados ante la idea de que se puede recuperar el control y perpetuar la profanación. ¡Y la batalla continúa!, en teoría, con suficientes reservas de dinero y odio se podría continuar esta batalla, matando a un pagano tras otro- ¿pero quién es el pagano en realidad? - Hasta que ninguno permanezca a excepción de nosotros dos . A este punto, ¿de quién será la victoria?.
FrancIsco:- ¿Qué beneficios tiene el ganador?
Sultán:- Si gano, entonces estaré seguro de que Alá será alabado y que todas las personas lo adoraran solo a él.
Francisco:- Entonces, me parece que en este caso no deseas la paz, sino sólo la victoria.
 Sultán:- Y ¿cuál es la diferencia? Si se puede poner fin  este horrible fratricidio, por qué eso es lo que es, ¿lo sabes? Si podemos detener esta matanza sin sentido, tendremos finalmente la paz.
Francisco:- Pero Sultán señor, no es posible que en su  mente crea que la paz es una simple victoria, que una “Victoria” puede eliminar los conflictos, y sabe bien que llevará sólo el odio y  continuas tentativas de venganza, no la paz.  Usted sabe que no es no hay ni paz ni  victoria cuando una de las partes “gana”.
Sultán:- ¡Veo que tengo delante de mí a un enemigo más grande de cuanto me habría imaginado!
Francisco:- Tiene de frente solo un hermano contra el cual combates.
Sultán: - ¡ Si solo pudiéramos actuar en la conciencia de que todos proceden del mismo Creador! Si solo pudiéramos vernos el uno al otro a través de los ojos del Grande y del Santo.
Francisco:- Ahora tus palabras tienen sentido. Finalmente has dejado de hablar de victorias y has comenzado a hablar de la realidad. 
Sultán: ¿Realidad? La sangre que veo cada día es real ,corre de los hijos, de los esposos y de los hombres verdaderos. Aunque si sus pensamientos antes de la muerte eran de ira o de rabia o de justicia, puedo asegurar que no fueron estos sus últimos pensamientos. Mientras la vida se deslizaba fuera  deben preguntarse¿ “A qué precio”?  La realidad es una palabra prohibida en el campo de batalla. Si hubiéramos tenido cuenta de la realidad, no nos habríamos encontrado jamás den estas trincheras infernales pero todo sería dirigido hacia casa, de aquellos que amamos y queremos preservar de cada mal y de los cuales nos preocupamos.
Francisco: - Un cuidado que es solo precario y engañoso, si me permite Sultán. ¿Conservarlo para que? ¿De que cosa? ¿Por cuánto tiempo? Si no estamos en paz con nuestro Dios y no se conoce la sabiduría del amor hacia el prójimo, a todo nuestro prójimo, no tendremos jamás la seguridad que viene solo del amor para los dos, Dios y el prójimo. Aprendí que la seguridad llega solo cuando yo NO tengo seguridad, cuando vivo al servicio de los otros, a través de aquello que los otros desean de mí.
Sultán: - ¡Hay algo profundo en este altruismo! ¿Cuándo  crecerá nuestra conciencia en la ternura  a tal punto que tomemos acciones para evitar la miseria humana, en lugar de  vengarla de nuestras conciencias?
Francesco:-  Al menos veo que tú y yo tenemos un objetivo común: ¡mantener a Dios fuera de esta horrible, combatiendo en el nombre del Omnipotente!.
Sultán:- ¿ Para qué glorificar nuestras batallas, diciendo que algunas son mandatos divinos?
Francesco:- Al menos ahora estamos hablando de una paz verdadera. . .
Sultán: - y de verdadera victoria.
Francesco: - ¿ Quién gana si nuestro Dios es derrotado?
Sultán:-  Y ¿Alá podrá afirmar una victoria cuando sus hijos e hijas son sacrificadas y están agonizando?
Francesco:- Vez, también tú tienes preguntas. Si solo nuestro mundo tuviera  el coraje de vivir estas preguntas.  Sé que usted reconoces a mi  Señor  y Maestro, como un gran profeta, y sé que sabe apreciar las santas palabras que nos ha dejado: a menos que no morimos a nosotros mismos para vivir  para Dios y a nuestro, a menos que una semilla no cae en tierra y muera, queda solo un grano de trigo, condenado a no dar fruto.
Sultán:-  Y si por el contrario muere ,realmente nace a una vida nueva.
Francisco: - Sí.
El amor no murió en la cruz, simplemente decidió no luchar, dio a luz a un amor sin fin. 
Sultán:- Un amor verdadero y eterno,  amor del Creador,  sosteniendo cada partícula preciosa de lo que el creador ha concebido.
Francisco: -  ¿Y lo creado no se puede resumir tal vez en una palabra? Una realidad: la PAZ, uno de los nombres de Dios.
Sultán: - ¡Exacto! Nuestro diálogo me ayuda a creer que la paz es posible.¡ Por esto sea alabado Alá!
Francisco: - Sí, hablar contigo me ha hecho conocer la bondad del Señor, que es el bien más grande de cuanto te puedas imaginar. Me gustaría hacer esas preguntas que abren horizontes  impensados  y permiten encuentros inesperados, como el haber conocido a una persona valiosa como tú.
Sultán:- Son pocos los hombres de los cuales puedo escuchar  estas palabras y confiar de su sinceridad.
Francisco: - Sultán, soy un hombre pobre. No tengo nada que ofrecerte sino es mi honestidad.
Sultán: - Entonces, te agradezco con toda humildad. Si no te hubiera dado permiso de llegar hasta a mí en este campamento, en esta noche, nunca habría comprendido  cómo precioso  es un cristiano.
Francisco:-  ¿ Quién sabe lo que podemos descubrir cuando nos dejamos explorar?.
Sultán:-  ¿Y qué cosa significa explorar si no emprendemos un viaje en el que todos podemos hacer cuando entramos en el misterio de Alá, siempre más de lo que creemos posible y siempre menos de lo que suponemos?
Francisco: -  Sí,  ¡hay un gran misterio y grandeza de nuestro buen Dios!. La alabanza surge espontánea en la boca de aquellos que reconocen la complejidad y la simplicidad de nuestro Dios.
Sultán:  - Que así sea, ¡juntos alabemos- y exploremos- a nuestro Dios Bueno y Misericordioso!.

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